Miguel Mihura recurre para la composición de esta obra a las normas del
teatro clásico: unidad de acciones, de tiempo y de espacio. La acción se
estructura en tres actos que corresponden al esquema tradicional:
[planteamiento, nudo y desenlace]
El acto I supone un planteamiento de la acción. En él se nos presenta a los
personajes protagonistas y el conflicto en que viven. Se basa en la ficción
que despliegan unos y otros.
El acto II presenta el conflicto como tal: el nudo. Mostrará
la experiencia de Dionisio en ese otro mundo en que ha
ingresado de la mano de Paula (de ilusión, fantasía y libertad).
Entre el primer y segundo acto trascurren dos
horas para que dentro de ese espacio se transforme
radicalmente el ambiente. Cuando Dionisio se decide y se
integra en el mundo recién descubierto, unos golpes en la
puerta le hacen volver a la realidad.(Este paso entre el segundo y tercer
acto sólo dura un minuto).
Mihura concluye el tercer acto con el desenlace, con la vuelta
de todo a su orden, dejando a Dionisio aplastado por sistema
encarnado por Don Sacramento (“pensé salir de aquí hacia el
camino de la felicidad y voy a salir por el camino de la ñoñería
y la hiperclorhidria). La acción se va a desarrollar en una noche y en un
único escenario, la habitación de un hotel de segundo orden: “Ésta es la
única noche que pasaré sólo en la habitación de un hotel...” Dionisio
concreta aún más el tiempo (“Las once y cuarto. Quedan apenas nueve
horas...”). En su opinión es una noche que sobra. Este planteamiento del
tiempo y la utilización del espacio son fundamentales para el desarrollo de
la intriga.